julio 19, 2004

Conquista

Los hijos son una conquista. Bueno, creo que lo he dicho al revés. O al menos es importante aclarar que lo he dicho desde el punto de vista del vencido, del dominado. Así como en el libro de La visión de los vencidos#. Los hijos son una invasión. Comienzan con sutiles cambios, delicados pero inaplazables e irreversibles. Van dominando cada uno de los frentes. Cada uno de nuestros espacios. Una buena mañana aparece un inofensivo patito amarillo en la regadera. Días después las mamilas se multiplican en la charola superior de la lavadora de trastes. En el refrigerador comienzan a desarrollarse, tal y como generación espontánea, papillas multicolores. Peluches asechan en la sala y entre las almohadas. Pequeñas e inutilizables cucharillas son la opción más típica en el juego de cubiertos en la cocina. Cajas industriales de pañales bloquean la entrada a la lavandería. Sonajas son incorporadas como el factor común de decoración. La distribución de la casa se ve amenazada. Ahora todo debe ser fríamente calculado con respecto a los alcances de los nuevos dueños, de los Conquistadores. Los tomacorrientes deben ser camouflageados. Las plantas, si es que todavía sobrevive alguna, deben ser colocadas en las repisas mas altas, y todos los adornos de tu casa, ahora los vez como quien ve a una langosta viva en algún restaurante de mariscos: condenados a su destino fatal. La conquista se vuelve una batalla sin frente ni cuartel. Sitian la sala, el comedor y la cocina, Se adueñan de tupperwares, de tu perro, de tu cartera y tus anteojos.

Al ataque!

Pero sobre todo, se adueñan y conquistan tu corazón.

Tamalotes [CgS]