agosto 29, 2005

Historias de Vikingos - I

Las turbulencias aeroportuarias se vieron compensadas con mi desconocida acompañante. Una sueca que se retiró de la enfermería y que vive en un velero, junto con su Capitán, alrededor del mundo. No tuve el valor para preguntarle su edad. Sin embargo tenía por lo menos 70 primaveras. Lleva 20 años en el velero. Sin ningún lugar establecido en tierra firme y con corazón de Vikinga encontraba su hogar entre las olas de nuestros mares. Ya han cruzado dos veces el Atlántico, y una sola vez han cruzado por el canal de Panamá al Pacifico, para subir hasta British Columbia. Viajaba a visitar a sus amigos y familiares, mientras su velero y capitán se arrullaban en las costas del Caribe. Sus ojos azules estaban llenos de mares, de historias vikingas y mitos de sirenas. Lo que no sabía en ese momento, es que Estocolmo es justamente eso. Es una ciudad de Guerreros Vikingos y Sirenas en bicicleta.

Vikingos y Sirenas

Estocolmo sufre de esa enfermedad que sufren los países que se encuentran al norte de lo conocido. Le sucede a Canadá, le sucede a Suecia. Poco sabes de ellos, pero muchas veces tienen tanta riqueza, tanta belleza que es incluso mayor que quien les hace la sombra y los mueve al anonimato. Sus habitantes son de muchos colores, su transporte es un equilibrio entre autos de lujo, el Metro y bicicletas aviejadas desde el diseño. El Corazón de Estocolmo no tiene otra alternativa más que revolverse junto con el mar, formando islas que son el comienzo del Archipiélago. Es una ciudad donde se juntan pasado y presente con la danza de la armonía. Arquitectura centenaria, con transporte urbano eficiente. El centro se vuelve un reborujo de bares y cafés en todas direcciones.

Al comenzar la tarde sus habitantes buscan a toda prisa una mesita desocupada para tomarse una cerveza, un café, quizás una ensalada.

Tardes de bares

Son los suecos los que tienen su distribución de Sol de manera no convencional. En el centro del verano, amanece a las 3am, todo con el fin de poder disfrutar del Archipiélago, de sus veleros. Pero, como en cualquier país, la cantidad de Luz es finita. Así que estas horas extras, se las tienen que pedir al invierno, donde el Sol pasa a retirarse antes de que comience la tarde. Con esto en la cabeza, los estocolmienses se proponen disfrutar cada instante de sus horas de Sol adelantado. Si uno pone atención cuando se mete el Sol, puede uno escuchar un suspiro urbano generalizado… Es un ahhhh de todos los lugareños, que utilizan para iniciar un regreso a casa desorganizado y en calma. Es ese mismo suspiro que tenemos cuando vemos un atardecer o un barco desaparecer en el horizonte… Es el mismo suspiro que tuvo la enfermera vikinga, cuando vio por primera vez desde la ventana del avión, sus queridas Tierras Suecas…

Tamalotes [CgS]