noviembre 24, 2004

Atomic

Siempre he considerado al tiempo como algo inexplicable, como una fuerza superior que juega con nosotros los seres vivos. Mi percepción lo hace ver poco lineal y lleno de cambios de velocidad. Una semana cualquiera puede ser tan larga como la cuaresma, mientras que el primer año de vida de tu hija pareciera un fin de semana. El tiempo presente es voluble y caprichoso. El tiempo futuro es inesperado, inestable y poco previsor, mientras que el tiempo en retrospectiva es sabio y eterno, y finalmente el único constante, el único inmodificable. Pero por mas que uno quiera entender que dictan esos cambios de velocidad y este polimorfismo del tiempo, que hace que los segundos de los Lunes sean más lentos que los de los Sábados, no hay forma de saberlo. Es tiempo perdido. De hecho, esta inquietud ha hecho que el ser humano llegue a ridículos como el tratar de medirlo con sistemas atómicos, para decepcionarse y ver que cuando se mide, el tiempo siempre es el mismo. Mas no cuando se vive, ahí todos sabemos que se mueve en formas misteriosas. Creo que cierta combinación entre estas tres caras del tiempo y sus múltiples velocidades esta escondido el secreto y el equilibrio de la vida misma, pero a veces nos toma mas de una vida encontrarlo...

Hace tres días cumplimos 3 años en nuestra experiencia de Ciudad Frontera. Hace tres años que llegamos a Ciudad Frontera, sin Isabel, y sin saber que la Frontera es un lugar de contrastes y diversidad. Sin saber que no es una ni dos sino muchas ciudades en una. Es Juaritoz, es las Cruces, es NMSU, Mesilla y la Montaña Franklin. Es El Paso, es latino, es gringo. Son tamales, y Burger-King, son mariscos de los Arcos, y atardeceres en el Best-Buy. Es lo mejor de dos mundos inseparables y a la ves tan monolíticos.

Hace tres años que llegamos después de un largo viaje en el Gran Furgoneton Maniaco (Adriana ya la diagnostico Maniaco-Depresiva, pero no me acostumbro a su nuevo nombre) desde la Gran Tenochtitlan, con cara de turistas. Y hoy somos residentes honorarios. Y hoy sabemos que vienen nuevos cambios. Que Ciudad Frontera se acaba en Enero, y que nos vamos a Michigan. A veces pienso que al Michigan que me gustaría ir es al Michiga del Cabelleras. Al Michiga de las Pezcadillas, de las hamacas y las dosis obscenas de agua de coco. Pero el Michigan que hoy nos toca ir es el Michigan del Motor City.




El Michiga del Cabelleras


Es tiempo de cambio. Es ese tiempo cuando un poco por culpa de la nostalgia, y otro tanto por la incertidumbre, que los minutos se mueven a otras velocidades. Cuando las cosas cambian de perspectiva, y todo tiene el sabor que dejan los Créditos de una buena película. Son los segundos de cambio, son segundos de esos que no se pueden medir ni con los mejores relojes atómicos.

Tamalotes [CgS]

noviembre 10, 2004

El desconcierto del Coronel Macanas

Los que nos conocen lo suficiente saben del Gran Macacus. Saben los muchos años que ya hemos pasado juntos y saben que ha sido, hasta cierto punto, un testigo mudo de nuestras aventuras.
Macacus se crió en un régimen militar en la ancestral Cholula, a cargo del Cholula Force Command, donde pronto ascendió a ser Coronel de Batallón. Adiestró a su hijo y sobrino en las artes marciales para convertirlos en sus subordinados vitalicios, y gano cinco medallas púrpuras gracias a su capacidad de pelea callejera en sus primeros años Cholultecas. El Coronel Macanas, como lo bautizaron sus subordinados Yumka y Bruno, se convirtió en un icono en grupos de asalto y choque frontal. Fue reubicado al bello Coatepec, todavía al mando de su batallón, para proseguir con asignaciones en Puebla y La Ciudad de México. Finalmente decidió retirarse, hace un poco mas de un año, de la vida militar para escribir sus memorias viviendo placidamente en El Paso, TX.


El Coronel Macanas


Quizás es por eso que el Macanas andaba medio celoso y con cara de "What?" cuando le comente que llegaría un pequeño dálmata a la casa. Supongo que muchos también ya pusieron la misma cara. ¿Un dálmata? ¿Qué Adriana y Carlos no escarmientan? ¿No les basto con el Coronel Macanas, Yumka y Bruno? Supongo que no. Y bueno, creo que este es el mejor momento para tener un pequeño dálmata en casa.

No crean, también pienso en todo lo que hay que entrenarlo, y enseñarle. Que no muerdas los calcetines, que no te subas al sofá. Que no, esta es mi comida, que ya no rasques la puerta.

Espero que el Gran Macanas se reponga de la noticia. Pero en fin, basta verlo para asegurar que vale la pena el viaje.


Dalmata Feroz

Que Dios, nos agarre confesados...
Tamalotes [CgS]