enero 18, 2007

Japon-izaje

Todavía recuerdo la decepción que me causo conocer el Coral por primera vez. En esa lejana época de mi infancia todos hablaban de las Pucas. Collares hechos de coral, habían llegado por casualidad social al top-ten de popularidad. Todo mundo ansiaba tener una que según la leyenda eran vendidas en las playas mexicanas. Cuando finalmente tuve mi puca, la verdad es que me decepcionó. ¿Que era lo fabuloso del coral? Más bien parece un pedazo de plástico mal hecho, pensé para mis adentros.

Sin embargo, la primera vez que lo vi con un visor y un esnorquel, que descubrí su color, su vida, su belleza fue algo parecido a un momento de revelación: Flotando entre la resaca de las olas, en mi pequeña y primitiva burbuja de oxigeno pude observar otro mundo. Esa increíble sensación que causa el poder ver otro mundo completamente ajeno al nuestro. Fue entonces que entendí por qué la fascinación por el coral. Por qué a pesar de que perdiera su color, incluso la vida, aun así generaba tal euforia: La necesidad de tener evidencia de su existencia.

Algo similar me pasó con Japón. He de reconocer que el Manga, el Anime o las películas japonesas nunca han sido mucho de mi interés. Pero visitar Japón ha sido lo mas parecido a ir a otro planeta. Un mundo donde los principios son otros, donde la cosmovisión es otra. Donde uno difícilmente puede entender su fascinación con lo miniatura, las colegialas en sus famosas minifaldas existen en la cotidianidad de su transporte publico, su implacable colectivismo, sus templos budistas, el silencio sepulcral que se vive en sus trenes, su obsesión con sus delicias culinarias hechas milagrosamente con pescado crudo, sus espacios tan diferentes: Casi es imposible identificar donde comienza una tienda, donde termina la estación de trenes y donde es el lobby del Hotel…


Anoche, en el placer de una cerveza, me entretuve viendo el fluir cotidiano en un bar a la entrada del metro Shinagawa. El polvo de mi japan-izaje en tierras desconocidas se disipaba: Comencé a creer que al fin de cuentas no era tan diferente, que el shock solo duraba unos instantes. Y fue entonces que una pareja tomada de la mano pasó frente a mí en su casi imperceptible – pero indestructible – burbuja occidental. Verlos basto para recordarme que al igual que yo flotábamos en un mundo ajeno. Un mundo que solo puede ser visitado en burbuja, tal y como se visita al Coral en los arrecifes. Un mundo que al igual que nosotros atesora evidencias de otros mundos, tesoros occidentales, no tanto por su belleza, sino para recordarnos que hay otros mundos más allá del nuestro. Esos mundos complementarios, que el Yin-Yang ha descrito milenariamente. Esos mundos opuestos, esos mundos que son noches en nuestros días, esos mundos que complementan el universo humano, que le dan evidencia a nuestra propia existencia.

Tamalotes [CgS]

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por tu historieta Ciro!. Sigue disfrutando que aca nosotros podemos solidarizarnos contigo aunque sea con el hacinamietno temporal!!!

||gasa|| dijo...

Pucas!!!! Ya se me habían olvidado... Tus metáforas son excelentes. LLenas de gasolina espiritual


disfruta

Anónimo dijo...

esta muy padre todo lo que pusiste
Saludos
Juan Pablo Flores Trespalacios

Anónimo dijo...

Que bonito!, ya extraniaba tus escritos.
Besos
La Popochas

Unknown dijo...

Hola Carlos!!!Que viaje tan interesante! Que bueno que hayas tenido la oportunidad de expermentar este encuentro con una cultura tan diferente y de vivir de cerquita el impacto de saber en donde estamos parados... somos solo una partecita de algo mas grande. Ya me imagino!! Si a veces yo me siento en un lugar de extraterrestres aqui en gringolandia y son nuestros vecinos jajaja, sigue siendo el mismo horario y emisferio.
Gracias. Un beso. Papo

Anónimo dijo...

¡Que envidia! Me muero de ganas de ir a Japón...vive el complemento por nosotros. Un abrazo, Nairan